Crecer sin Escuela es el nombre que adoptó la red de apoyo cuyo objetivo era poner en contacto a las diferentes familias que educaban en casa desperdigadas por el territorio estatal. Esta red social fue la primera referencia del homeschool en el Estado Español para la generalidad de la sociedad. Contaba con una publicación inspirada y realizada a semejanza del boletín creado por John Holt, Growing Without Schooling[1] que publicó su primer número en agosto de 1977. Crecer Sin Escuela es la traducción al castellano del título de GWS, y se crea precisamente 20 años después. El boletín es la fuente más importante de información sobre el movimiento desescolarizador en el Estado Español y supuso en su momento, hasta que dejó de publicarse en 2005 una prolífica puesta a punto de números creados con pocos medios materiales pero grandes de dosis de creatividad y de ideas novedosas.
Hoy en día es posible acceder a estos ejemplares a través del archivo de los boletines de CSE, recogidos en la página web de la ya inexistente red social Crecer Sin Escuela, de la que fue web master en primera instancia David Kornegay[2].La página web lleva años inactiva pero es un valioso archivo de artículos recogidos en su momento por David Kornegay, y, sobre todo, es el depositario del mayor legado del movimiento desescolarizador en el Estado Español: los boletines de Crecer Sin Escuela.
Entre la personas que hicieron posible el boletín se encuentran los nombres de los antecesores del movimiento desescolarizador del Estado Español. Nombres como Peter Szil[3] y Bippan Norberg, que incluso contaron con la colaboración de su hijo Lomi y la impagable ayuda de Isabel Gutierrez desde Cantabria en la primera fase de la revista. La lista de nombres es importante en la segunda fase, en la que Rocío Ramos toma el relevo de Bippan como editora del proyecto, y cuenta con la colaboración de un grupo de personas a cuyos nombres se puede tener acceso a través del boletín nº 8 de CSE. El editorial de este primer número de la nueva serie del boletín CSE menciona como aquellas personas que han hecho posible su publicación a José (Sevilla), Encarna León (Granada), David Kornegay (Sevilla), Hilde (Granada) Isabel Gutierrez (Cantabria), Xavi Bosch (La Rioja) María (Madrid) Azucena Caballero (Barcelona) Marina Gonzalez (Mallorca) Bippan Norberg (Alicante), Anna Galiana (Valencia) Peter Szil (Alicante) Jabier (Granada) y Marien-Javier (Alicante).
Esta publicación pretende, en un principio, ofrecer una frecuencia semestral, aunque aquí se produjeron cambios y frecuencias distintas que van de los tres meses, a circunstancias en las que sólo se publicó un número en un año completo. El boletín tuvo una andadura de 8 años, que le llevó de 1997 hasta 2005, con la publicación de su ultimo número en junio de 2005, siendo el 16 de la serie. En este tiempo llegaron a producirse, con gran esfuerzo, y a publicarse, con escasos medios y de modo casi artesanal los 16 números de un boletín que recoge las vicisitudes de un movimiento semiclandestino, pero con vocación de futuro.
Poco antes del inicio de este boletín se había ya producido la publicación en la revista Integral de uno de los artículos fundamentales para dar a conocer esta opción, el titulado “Escuela ¿No gracias!”[4], que desde el propio título nos recuerda a la campaña contra la utilización de la energía nuclear, durante la década de los 80 del pasado siglo denominada “Nuclear,¡No gracias!”. Ya hemos indicado anteriormente que el inicio del movimiento desescolarizador está unido a las corrientes ecologistas, comunitarias, anticapitalistas y antiautoritarias de la década de los 80[5] del pasado siglo. El artículo estaba firmado por Ricard Truc y David Dusster. En él se refieren a Szil y Norberg como las cabezas visibles del movimiento desescolarizador español [6] y se hacen eco de la publicación que éstos editan sobre la educación no escolarizada: «Bippan y Peter residen en L’Alfàs (Alicante) y editan un boletín sobre la enseñanza sin escuela. También remiten información previo envío de 120 ptas. en sellos nuevos». En este caso, aun sin mencionarlo, los autores del artículo se refieren a la anterior publicación, la que se denominó El Buzón, antecesora del boletín CSE. En el artículo se hace referencia a los encuentros de un modo genérico:
Para solucionar el primer problema (se refiere al de la socialización de estos menores), los objetores de la escuela decidieron organizarse. Cada año se preparan encuentros estatales. Hasta el momento (1995) se han celebrado siete, el último de ellos en Murcia.
Dos años después, el mismo año de la publicación del primer número del boletín, unos días antes de ver éste a luz, en concreto, en marzo de 1997, Cuadernos de Pedagogía publica un artículo de Jaume Carbonell Sebarroja[7] titulado “Aprender sin escuela” que se hace eco del surgimiento de la nueva publicación: «Existe una recopilación de diferentes artículos sobre el tema de la no escolarización. Varias veces al año se celebran en diferentes puntos de España encuentros para las familias que no llevan a sus hijos al colegio y para las personas interesadas en esta alternativa. Además, está a punto de salir una publicación semestral titulada Crecer sin escuela».
El artículo expresa la situación de vacío legal en la que se encuentra esta práctica del homeschooling en el Estado Español. Su autor sigue las vicisitudes de dos familias que han desescolarizado a sus hijos tras una experiencia negativa en la escuela, en unos casos, o que cuentan ya con hijos que no han acudido nunca a la escuela, en otros. Una de estas dos familias, la constituida por Peter Szil, Bippan Norberg, su hijo Lomi y su hija, Tolmi, fue una de las pioneras en esta práctica en el Estado Español. La segunda, era otra familia que es parte de la historia del movimiento desescolarizador, la constituida por Julio Fernandez, Almudena Moreno y sus hijos e hijas que realizan el reportaje desde su residencia habitual, que hoy en día constituye la Fundación Los Madroños en el municipio de Oropesa.
Entre otros temas , se trata el del encuentro de familias no escolarizadoras que tuvo lugar en casa de Szil y Norberg:
Fue en 1993 cuando tuvo lugar en casa de Norberg y Szil el primer encuentro de familias que no escolarizan a sus hijos, con la asistencia de 50 personas de todo el Estado. Como Peter, padre de la familia desescolarizada y organizador del evento describe «Fue una experiencia muy agradable. Nos convencimos de que lo que estábamos haciendo no era una locura, sino algo real. Nos impactó, sobre todo, el hecho de que hubiera tantas razones para no llevar al niño al colegio como familias. Unas lo hacían por motivos religiosos, también había hippies que vivían en las montañas, anarquistas, naturistas, gente de campo y de ciudad».
En el aspecto de las relaciones de la familia con la Administración Local, Szil declara esta vez que «Todo el pueblo sabe que nuestros hijos no van a la escuela y la gente que nos conoce sabe que son niños normales y no pasa nada. Tenemos incluso contacto con personas del Ayuntamiento, y los niños van a muchos cursillos que organiza la Casa de Cultura.»
En cuanto a este mismo encuentro es relatado por Peter Szil en un artículo que años después publicó la revista Integral, en 2000, titulado Crecer sin escuela, en estos términos:[8]
Encuentro de familias
Así que Lomi se quedó en casa (su madre y yo nos alternamos para estar con él y su hermana pequeña) y comenzó a abrirnos una perspectiva inesperada. Lomi recuperó sus ganas de leer, emprendió proyectos creativos impulsados por su curiosidad y estaba aprendiendo sin que le enseñaran. Al cabo de un año así ya no podíamos negar que estábamos incurriendo en «objeción escolar».
Contactamos con familias que habían optado por esta alternativa y asociaciones que las agrupan en Estados Unidos, Inglaterra y Francia y en 1993 pusimos un anuncio en Integral para organizar el primer encuentro de familias con niños no escolarizados en España. Nos llevamos una sorpresa por la cantidad de familias (50 personas, casi la mitad niños) y también por la diversidad tanto en los motivos que podían llevar a una familia a educar los hijos en casa, como en las maneras de llevarlo a cabo.
A ese encuentro siguieron muchos otros en varios puntos de España, en los que los padres intercambiamos experiencias, los niños de estas familias pioneras notan que no son los bichos raros que pueden parecer en un país donde esa opción educativa todavía no está extendida. Así, muchas familias sin niños o con niños pequeños llegan a conocer esta alternativa de cerca y a tiempo.
El boletín Crecer sin escuela se referirá a otro encuentro en la presentación de su primer número de primavera de 1997, en concreto, el que se produjo en Málaga, en Los Arenalejos un año después, en 1994[9].
En tus manos tienes el primer boletín CRECER SIN ESCUELA[10]
En 1994 se organizó el primer encuentro para familias con niños no escolarizados. Desde entonces se han celebrado ocho encuentros nacionales y algunos regionales. En los encuentros los niños se han hecho amigos de otros niños que tampoco van al cole y los adultos hemos ido creando una red de apoyo informal. Para ampliar esta red creamos ahora este boletín.
Por último, el diario El Mundo[11] también saluda el nacimiento de la nueva publicación en un reportaje publicado el 15 de junio de 1997 en el que analiza el aspecto legal de este movimiento en el Estado Español. Se trata del reportaje de M A. Campos, titulado «La objeción escolar en España».
Más bien son herederos de los felices sesenta y la revolución. Vegetarianos y austeros, como Julio y Almudena, que, con sus tres hijas, abandonaron Madrid y sus trabajos estables para abrir en Oropesa del Mar (Castellón) una suerte de clínica donde profesionales de la enseñanza y de la sanidad se quitan de encima el peso del estrés. Ellos y otro puñado de familias españolas han decidido que sus hijos no tienen por qué ir a la escuela para aprender.
Sus casos fueron publicados recientemente en la revista Cuadernos de Pedagogía. Son realmente la excepción. Unas 50 familias de objetores escolares intercambian sus experiencias y dan a conocer su opción de vida. Tienen previsto editar su propia revista: Crecer sin escuela.