La finalidad de su presencia en la ciudad de Manchester era la de distribuir los premios certificados otorgados por las Universidades de Cambridge y Oxford en los últimos exámenes a los candidatos procedentes de esta ciudad y sus cercanías. El tenor literal de parte de su exposición, en cuanto a la educación en el hogar de sus hijas es el siguiente:
«En la actualidad las escuelas consideran como un honor el triunfo de un corto número de discípulos y que varios conquisten premios y certificados. Día vendrá, lo espero, en que las escuelas no quedarán satisfechas si casi todos los discípulos no son aprobados, y si la mitad al menos no obtiene premios y certificados. Mientras no se consideren las escuelas en el deber de presentar a examen en ciertos períodos todos sus alumnos, el verdadero fin de estos exámenes estará por realizar: no, temo que su objeto no se conseguirá, si se anima a los maestros para que aspiren a sobresalir en algunos en vez de proponerse un aprovechamiento igual en todos los alumnos.
Y no ganarán solamente las escuelas con estos exámenes locales, sino también la educación doméstica, y muy particularmente la educación doméstica de las jóvenes. Permitidme que os dé cuenta de mi propia experiencia en la materia. Como antes no había ninguna buena escuela de jóvenes en Oxford, y tengo el gusto de anunciar que se abrirá en la semana próxima una escuela superior de jóvenes en esa población, mis niñas tenían que educarse en casa; pero a ellas y al aya les dije que les haría examinar anualmente en los exámenes locales. Esto les dio nuevo ardor, impuso una dirección determinada a sus estudios, les hizo tomar afición a su trabajo, y a despecho de todos los inconvenientes de la educación doméstica, los resultados han sido sumamente satisfactorios. Hice que mis dos niñas mayores se examinaran el año pasado, principalmente para enterarme de los puntos en que flaqueaban y de aquellos en que estaban mejor instruidas, las he presentado nuevamente este año como candidatos juniors, y si miráis la lista que tenéis en vuestras manos, encontrareis sus dos nombres en puestos muy honrosos. Las volveré a presentar el año próximo y todos los años hasta que su educación termine, y puedo asegurar a todos los padres que se ven obligados a educar sus hijas en casa, que por grande que el mérito del aya sea, encontrarán en estos exámenes el guía más útil, el más eficaz estímulo, y por último, la más lisonjera recompensa, así para quien enseña como para quien aprende».